lundi 14 mai 2012

Doctrina de la Conquista en los tiempos actuales, crisis climática y Río+20: Ahora ya no son carabelas sino multinacionales


Miguel Palacín Quispe, presidente de la CAOI, participó ayer en el panel Alternativas de los Pueblos Indígenas frente a la Doctrina del Descubrimiento, dentro del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de la ONU. Su voz contundente estuvo llena de críticas y de alternativas. Conoce la posición de los pueblos originarios ante la crisis de la civilización occidental
Doctrina de la Conquista en los tiempos actuales, crisis climática y Río+20: Ahora ya no son carabelas sino multinacionales
Por Miguel Palacín Quispe*
Fuente: www.movimientos.org

Doctrina de la Conquista

Para invadir un continente, apropiarse de sus riquezas, someter y diezmar a sus poblaciones, los conquistadores europeos necesitaban justificarse y para ello se valieron de dos instrumentos: la cruz y la espada. Su dios era el único dios, su rey el único rey, eso les daba derecho a imponer su dominio y a “civilizar” a los salvajes, herejes, seres inferiores sobre los cuales se llegó incluso a discutir si tenían o no alma. Porque si se les reconocía que tenían alma, tenían también libre albedrío. Y eso no era aceptable para sus afanes de saqueo. Para ello obtuvieron una bula papal que les otorgaba estas tierras con la condición de “evangelizar” (extirpar idolatrías). E inventaron el racismo, el criminal concepto de razas “superiores” e “inferiores”, sustento ideológico de ese y posteriores genocidios.

Pero la bula papal no bastaba. La Corona española convoca a sus juristas y redacta los “justos títulos” para justificar su presencia en América. Redacta también el célebre “Requerimiento”, un texto en el que se advertía en cada pueblo que conquistaban: sométanse a nuestro Dios y nuestro rey o serán esclavizados. La gente era arrastrada a la plaza, se les leía el texto, obviamente en español, y después de eso arrasaban.

Continuidad del colonialismo

En 1492, con la invasión al Abya Yala, se inaugura el capitalismo, pues es el período de acumulación de capital, y nace la idea de modernidad, de incorporar estas tierras, a los bárbaros, salvajes, infieles, a la civilización. Los procesos de colonización no terminaron en el siglo XVI. En el siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX continuó en otros lugares del mundo. Mientras que en América las independencias lideradas por los criollos solo ocultaban las injusticias, pues aún hoy en el Abya Yala se mantienen las instituciones coloniales. Por eso los pueblos indígenas planteamos construir sociedades interculturales y Estados plurinacionales.

Ya en las dos últimas décadas del siglo pasado, tras la caída del campo socialista, se impone la globalización neoliberal, una nueva colonización que se traduce en nuestros países en privilegios para las actividades extractivas, siempre en nombre del desarrollo. Las multinacionales invaden con apoyo de los Estados los territorios indígenas y criminalizan la protesta ante esta violación sistemática de derechos. Ahora ya no son las carabelas sino las multinacionales.

Las múltiples crisis que azotan hoy el planeta: social, cultural, económica, ambiental, de paradigmas, evidencian los límites de este modelo, incapaz de sostenerse a sí mismo. Es una crisis de la civilización occidental.

Cumbres del Desarrollo

Pero esa idea de desarrollo ya había empezado a ser discutida en la propia Europa en los años setenta. La I Conferencia Mundial sobre Desarrollo y Medio Ambiente se realiza en Estocolmo en 1972. Allí se introduce por primera vez en la agenda política global el tema ambiental, que antes era patrimonio exclusivo de los científicos. Como resultado de la Conferencia de Estocolmo se crea el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente PNUMA. Pero, al mismo tiempo, se sigue enfatizando el crecimiento económico.

En 1989 se inicia la producción del documento central de Río’92: la Agenda 21, que comprende un diagnóstico de la situación y un programa de acción. El apartado 26 de la sección III reconoce a los pueblos indígenas y se compromete a fortalecer sus capacidades.

En Rio’92 se asocia por primera vez diversidad cultural y diversidad biológica. El Desarrollo sostenible se basa en tres pilares: ambiental, social y económico. De ella surgen dos instrumentos internacionales básicos: el Convenio sobre Diversidad Biológica y la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.

En el 2002 se realiza la Cumbre de Johannesburgo, denominada Río+10. Su saldo es negativo, porque en esta conferencia se establece el mercado como principal mecanismo de solución. Se dice que las empresas incorporen en sus proyectos de gestión criterios voluntarios de Responsabilidad Social y ambiental Corporativa. No se establecen compromisos de los países industrializados. Todo esto porque es un período de auge del neoliberalismo, hay mayor presión por los recursos y más deterioro. Esto traba hasta hoy cualquier intento de cambio o solución.

En este contexto de globalización neoliberal, la nueva colonización, las Cumbres son espacios en los que los Estados del mundo se reúnen, pero son los países poderosos y sus multinacionales los que toman las decisiones y definen las políticas: prioridad del crecimiento económico, acuerdos comerciales, extracción de los bienes naturales. La crisis global es respondida acentuando las políticas que las provocaron. Y todo el avance en derechos humanos se estanca y en la práctica es avasallado por este afán de acumulación. En estas condiciones es que se llega a Río+20.

Conferencia Río+20 (junio 2012)

Los temas centrales de Río+20, son la economía verde, definida por la ONU como un sistema de actividades económicas relacionadas con la producción, distribución y consumo de bienes y servicios que resulta en mejoras del bienestar humano en el largo plazo, sin exponer a las generaciones futuras a riesgos ambientales. Y la creación de un marco institucional para el desarrollo sustentable, para reformar y reforzar la gobernanza a nivel local, nacional, regional y global, a fin de promover un desarrollo sostenible integral.

El concepto de desarrollo sostenible, nacido en Río’92, ya está en crisis. A nivel mundial, los poderosos insisten en un paradigma de desarrollo que sigue priorizando el crecimiento económico y la expansión de la mercantilización de los bienes, un modelo que está al servicio de las transnacionales. Por ello no solo no se han alcanzado los objetivos propuestos en la Cumbre de 1992, sino que, peor aún, la Madre Tierra continúa siendo herida.

Y la economía verde ya ha sido totalmente revisada en la reciente ronda de negociaciones del Borrador Cero realizada en esta ciudad. Porque es evidente que no ayudará a alcanzar los objetivos de Río+20 si insiste en mantener las ideas capitalistas de liberalización del mercado y el fomento de las relaciones comerciales Norte-Sur y sigue sustentándose en la lógica del crecimiento sostenido para ir solucionando los problemas ambientales y sociales del mundo.

¿Cómo nos encuentra esta discusión? El Abya Yala alberga las mayores zonas de biodiversidad y agua. En él habita también una de las mayores poblaciones indígenas del planeta: 50 millones de personas de más de 400 pueblos indígenas. En particular, en los Andes Centrales y Mesoamérica vive el 90% de los indígenas americanos. Y esta es una de las zonas más vulnerables a los impactos de la crisis climática. El 90% de todos los glaciares tropicales del mundo están en los Andes, lo cual hace indispensable protegerlos, porque solo el 2,5% del total de agua del planeta es agua dulce y el 68% de esa mínima cantidad está en los glaciares. En 25 años los glaciares andinos han retrocedido en 24% y los desastres naturales se han triplicado.

Los pueblos indígenas tenemos una milenaria experiencia en la adaptación a los fenómenos climáticos naturales. Y actualmente sabemos enfrentar las consecuencias de la crisis climática desde nuestros conocimientos tradicionales y las circunstancias que nos impone la modernidad. Cambiamos los pisos ecológicos, las fechas de siembra y cosecha, rotamos los cultivos.
Esta adaptación es posible porque para los pueblos indígenas todos los elementos de la naturaleza son seres vivientes y están asociados entre sí. Es un modo de ver y vivir el mundo opuesto a la racionalidad occidental que todo lo segmenta y concibe al ser humano como centro del universo, al servicio del cual están los “recursos” naturales.

Propuestas indígenas

En el proceso hacia Río+20, se está discutiendo el Borrador Cero del documento que aprobarán los Estados en la Conferencia. Los pueblos indígenas hemos consensuado propuestas y aportes para este documento, entre los que destacan:

Pilar cultural: Reconocimiento de la cultura como cuarto pilar del desarrollo sostenible. La diversidad natural y la diversidad cultural están íntimamente ligadas y deben ser igualmente protegidas. Exigimos un enfoque holístico del desarrollo sostenible que guiará a la humanidad para vivir en armonía con la naturaleza. Esto significa reconocer y profundizar la visión holística del Buen Vivir como un modelo que respeta todas las formas de vida.

Estándares de derechos: Reconocimiento de la Declaración ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT como estándares de derechos para la implementación del desarrollo sostenible a todos los niveles. El consentimiento previo, libre e informado es el estándar aplicable en el proceso de desarrollo que afecte a los pueblos indígenas.

Derecho al territorio; Salvaguardar los territorios. Reconocimiento de la gestión tradicional de los pueblos indígenas de las cabeceras de cuencas, bosques, glaciares, zonas de alta biodiversidad. Compromiso de implementar medidas efectivas para la conservación de las fuentes hídricas, glaciares, páramos y cabeceras de cuenca.

Conocimientos tradicionales: Reconocimiento y compromiso de proteger los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas y a proteger sus sitios sagrados. Los saberes ancestrales colectivos de los pueblos indígenas deben contar con salvaguardas y patentes especiales. Estos saberes no podrán ser violentados por ningún acuerdo normativo de protección de la propiedad intelectual a favor de empresas privadas.

Educación; Recuperación de los conocimientos ancestrales de los pueblos indígenas y compromiso de incorporarlos en el sistema educativo, para que formen parte de los currículos en todos los niveles educativos y avanzar en una educación intercultural que acerque a todos los sectores sociales, reivindique las identidades y promueva una relación armoniosa entre todas las culturas.

Derechos de la Madre Tierra: Compromiso de trabajar para que la Asamblea General de las Naciones Unidas debata y adopte una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra. Esto debe ser vinculado a la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática que sancione las violaciones a los Derechos de la Madre Tierra.

Mujeres indígenas: Incorporar la visión de mujeres, de la infancia y de la juventud de forma transversal en todos los programas de desarrollo sostenible y economía verde. Incluir el reconocimiento de la mujer indígena como transmisora de los saberes indígenas a través de la lengua materna. Hacer explícitos los efectos del cambio climático para la mujer (migraciones, más responsabilidades) y acordar medidas para afrontar estos problemas.

Buen Vivir: Albert Einstein decía que no es posible crear nuevas idea aferrándonos a las viejas. Y Leonardo Boff plantea regresar a la raíz del problema, desencantar al mundo de la modernidad y que caiga la confianza ciega en la ciencia y la tecnología. No es un problema técnico sino ético y político. Hay que volver los ojos a la Madre Tierra, verla como algo sagrado, tratarla con respeto. Ese es el aporte fundamental de los pueblos indígenas y sus organizaciones: la profundización del Buen Vivir como alternativa al cambio climático y la crisis de civilización.

*Miguel Palacín Quispe, Coordinador General de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas – CAOI. Ponencia presentada side event Alternativas de los Pueblos Indígenas frente a la Doctrina del Descubrimiento, organizado por la CAOI, COICA y Oxfam, Nueva York, 10 mayo 2012.

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